-. diciembre 2020 .-
Joaquín Rodríguez Pinto
No sé cada cuánto me afeito pero hay veces que llega el día y me da paja - y...no lo hago -.
Luego al día siguiente se me olvida porque - sí- siempre el día después de que me afeito o que debería afeitarme viene algo importante o estaré ocupado.
Entonces, ya van dos días que mi barba ha crecido más de lo que se supone me gusta que crezca.
Cuando llega el tercero (día) me levanto, me miro y ya entro en la dicotomía de si me dejo barba como cristo o me la perfilo para no verme como un futuro yo universitario demacrado -
cafeinomano, por si cabe alguna duda- o si me afeito de una vez por todas y me dejo de webiar.
Obviamente, para ese momento, ya he webiado mucho y he agotado el tiempo sano que se tiene entre que sales de la ducha y que sales del baño para irte a tu pieza -ya sabes, el tiempo que
tomas mirándote en el espejo luego de pasarle la toalla chica o la misma mano varias veces para quitarle lo empañado-, - Ese tiempo lo uso en afeitarme, aunque, claro, ya no lo usé- salgo del
baño.
Para el cuarto día, ya puedo agarrarme los pelos de la barba con la yema de mis dedos sin que se me suelten, me lavo la cara dos veces en la mañana para no sentirme tan cochino y paso todo
el día pensando en el meme de "cuando mis amigos se dejan barba vs cuando yo me dejo barba". No me afeito, ni me acuerdo de hacerlo.
El quinto día fue hoy, y luego de un día largo en el que, extrañamente, fui productivo -dícese de hacer no más y quizás menos de lo que tenía que hacer- me acuesto y me pongo a pensar toda
esta mierda que ahora escribo.
:) Amo cómo hago caldo de cabeza de la webada más miserablemente simple - y sí, eso fue sarcasmo-.
Pero sigo pensando lo mismo:
-Afeitarse es una paja... y mañana, estoy seguro, de que no me va a alcanzar el día...
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Claudia (sábado, 25 septiembre 2021 14:16)
Genial!